Las Voces del desierto (Telepatía)

 




Fue realmente extraordinario. De no haberlo visto con mis propios ojos no lo hubiera
creído, sobre todo la comunicación mediante telepatía. Le expliqué a Outa cómo me sentía.
Este sonrió y me dijo:
-Ahora ya sabes cómo se siente un nativo la primera vez que va a la ciudad, ve meter una
moneda en un teléfono, marcar un número y hablar con un pariente. Al nativo eso le parece
increíble.
-Sí -repliqué-. Ambos métodos son buenos, pero el vuestro sin duda funciona mejor aquí,
donde no tenemos ni viviendas ni cabinas telefónicas.
Imaginé que a mis compatriotas les iba a costar creerse lo de la telepatía mental.
Aceptarían fácilmente que en el mundo hubiera seres humanos que se comportaran con
crueldad entre ellos, pero serían reacios a creer que en la Tierra hubiera personas que no
fueran racistas, que vivieran juntas con una total compenetración y armonía, que descubrieran
sus talentos únicos y propios y los honraran, como honran a todos los demás. Según Outa, la
razón primordial por la que los Auténticos saben usar la telepatía es porque no mienten nunca.
No utilizan siquiera una pequeña invención, ni una verdad a medias, ni una grosera afirmación
falaz. No mienten en absoluto, de modo que no tienen nada que ocultar. Son gentes
que no tienen miedo a abrir sus mentes para recibir, y que están dispuestas a darse
información mutuamente. Outa me explicó cómo funcionaba. Si un niño de dos años, por
ejemplo, viera a otro niño jugando con alguna cosa (una roca tal vez, tirada por una cuerda), y
ese niño intentara quitarle el juguete al otro, inmediatamente notaría que las miradas de todos
los adultos se volvían hacia él. Aprendería entonces que se conocía su propósito de coger algo
sin permiso y que no se aceptaba. El segundo niño aprendería también a compartir, aprendería
a no aferrarse a los objetos. Este niño ya habría disfrutado y almacenado el recuerdo de la
diversión, de modo que sería la emoción de la felicidad lo que desearía y no el objeto. 

Los humanos estaban destinados a comunicarse mediante la telepatía. Las diferentes
lenguas y los diversos alfabetos escritos son obstáculos que se eliminan cuando las personas
utilizan la comunicación mental. Pero yo razonaba que eso jamás funcionaría en mi mundo,
donde la gente roba a su empresa, defrauda a Hacienda y comete infidelidades. Mi gente no
toleraría jamás una «mente abierta» en su sentido literal. Hay demasiados engaños, demasiado
dolor, demasiada amargura que ocultar.
En cuanto a mí, ¿podía yo perdonar a todos los que consideraba que habían sido injustos
conmigo? ¿Podía perdonarme a mí misma por todos los daños infligidos? Esperaba que algún
día sería capaz de exponer mi mente, como los aborígenes, y quedarme mirando mientras
otros examinaran abiertamente mis motivos.
Los Auténticos no creen que la voz estuviera destinada al habla. Para hablar se utiliza el
núcleo corazón-cabeza. Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas
conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar y
para sanar.
Me dijeron que todo el mundo tiene múltiples talentos y que todos podemos cantar. La
cantante que hay en mi interior no desaparecerá, aunque yo no honre ese don porque crea que
no sé cantar.
Más tarde, durante el camino, cuando trabajaban conmigo para desarrollar mi
comunicación mental, aprendí que mientras tuviera algo en el corazón o en la cabeza que
siguiera creyendo necesario ocultar, no funcionaría. Tenía que pactar absolutamente con todo.
Tenía que aprender a perdonarme a mí misma y aprender del pasado, en lugar de
juzgarme. Ellos me demostraron que lo fundamental era aceptarme, ser sincera y quererme a
mí misma para obrar de igual manera con los demás.

Extracto del Libro "Las voces del desierto" de Marlo Morgan

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