POR QUÉ LOS SECRETOS FAMILIARES DEBEN AIREARSE...



POR QUÉ  LOS SECRETOS FAMILIARES DEBEN AIREARSE...



PORQUÉ SI NO,   LO VAN HACER LAS DEPRESIONES Y LAS CULPAS NO RESUELTAS DE LOS BISABUELOS,  ABUELOS, Y PADRES  Y AFECTARÁN NEGATIVAMENTE  A LAS SIGUIENTES GENERACIONES FUTURAS.

“Los secretos familiares deben airearse”
Cada árbol genealógico es una fuente de información acumulada a lo largo de generaciones.

 Esta información, como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Jennifer Teege es alemana, tiene 45 años, es de raza negra, está casada y tiene dos hijos. A los 38 años descubrió, por casualidad, que su abuelo materno era Amond Goeth, comandante de la SS y responsable del campo de concentración de Plaszow, alias el Carnicero de Plaszow. En su libro Mi abuelo me hubiera ejecutado (2013) narra su historia. Con sólo cuatro semanas de vida, su madre la dejó en un orfanato y a los tres años la adoptó una familia.

A partir de ese momento, tuvo encuentros esporádicos con su madre biológica que nunca le contó la verdad: “Estaba tan furiosa con mi madre por habérmelo ocultado, que obvié lo dura que había sido su vida”.

En 2008, descubrió un libro sobre la familia que contaba historias sobre sus antepasados y los horrores que cometió su abuelo. “Una mañana, a los 38 años, fui a la biblioteca y me llamó la atención un libro rojo, ‘¿Tengo que amar a mi padre?’, de un periodista que no conocía.

Había fotografías de una mujer que me recordó a mi madre y de una mujer más mayor con el mismo vestido que le había visto a mi abuela”.

Desde entonces, ofrece conferencias en las que cuenta su relato.

Reconoce que “sólo pude empezar mi auténtica vida, tener un identidad, cuando salieron a flote mis historias familiares”. Quiere compartir su proceso porque durante más de 20 años vivió una profunda depresión que, ahora sabe, tiene relación con su herencia. “La vergüenza y la culpabilidad son sentimientos muy tóxicos que afectan a todos tus actos y a toda tu vida”.

El sentimiento de culpa queda en el subconsciente, aunque ella no haya sido autora de los actos de su abuelo. Les ha contado a sus hijos quiénes son sus ancestros para que, así, puedan vivir su propia vida.

En Bioneuroemoción, sabemos que cuando un cliente presenta un conflicto determinado siempre hay una resonancia en el árbol relacionado con el mismo.

El tipo de experiencia que está viviendo el cliente es un eco de una información presente en su clan.

En consulta, es importante que el cliente conozca las historias de sus antepasados. Al conocer las historias y las experiencias de nuestros ancestros podemos trascender dicha información y empezar a vivir nuestra propia vida.

La verdad siempre es liberadora...

Porque a culpa no es de nadie..

Tendemos a pensar que lo que nos sucede viene de fuera, que son los factores externos los que nos hacen sentir de una manera determinada y cuando lo que sentimos no nos gusta señalamos a algo o a alguien como responsable de nuestra sensación.

Al culpar al otro nos liberamos de nuestra responsabilidad. Sin embargo, olvidamos que al renunciar a la propia responsabilidad otorgamos el poder a los demás y nos convertimos en víctimas. “Culpar tiene un coste: la pérdida de nuestra libertad. Además, el papel de víctima trae consigo una auto-percepción de debilidad, vulnerabilidad e indefensión, que son los componentes principales de la apatía y la depresión”.

David R. Hawkins (1927-2012) fue doctor en medicina y filosofía, psiquiatra, escritor e investigador sobre la consciencia. Durante su vida obtuvo numerosos reconocimientos, entre otros, recibió el Premio Huxley por su “inestimable contribución al alivio del sufrimiento humano” y se convirtió en caballero de la Orden Soberana de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén (fundada en 1077) en reconocimiento a sus contribuciones a la humanidad. En su libro Dejar ir. El camino de la entrega, nos habla del apego y de todo lo que hacemos por mantenerlo y nos dice que “el miedo a la vida es en realidad el miedo a las emociones”.

Para Hawkins “los apegos crean una dependencia, y la dependencia, debido a su naturaleza, intrínsecamente lleva al miedo a la pérdida”. Y el miedo nos paraliza, “la mayoría de los "No puedo" son en realidad "No quiero". Tras los "No puedo" o los "No quiero" con frecuencia hay un miedo”.

Y donde hay miedo hay culpa. La culpa es “una auto-condena y auto-invalidación de nuestra valoración y valor como ser humano”. La cuestión es que siempre valoramos lo que nos sucede como bueno o malo, es automático, lo hacemos sin pensar: “¿Por qué debe algo ser siempre "fallo" de alguien? ¿Por qué debe ser introducido todo el concepto de "malo" en la situación en el primer lugar? ¿Por qué debe uno de nosotros estar equivocado, ser malo o culpable?”.

No nos damos cuenta de que encontramos una gran recompensa al culpar a otro de nuestra desgracia: “Conseguimos ser inocentes; podemos disfrutar de la autocompasión; conseguimos ser mártires y víctimas, y conseguimos ser los destinatarios de la simpatía”. No es un deseo consciente sin embargo “es el propósito inconsciente de la culpa”. Lo importante es el deseo de obtener “el castigo de otra persona, y combinarlo con el autocastigo”.

Hay culpa en cada juicio crítico. “La culpa en sí misma engendra sentimientos negativos y los sentimientos negativos en y por sí mismos también engendran culpa”. Y hemos vivido durante tanto tiempo en este ciclo que ni siquiera lo reconocemos. “La culpa es tan omnipresente que sin importar lo que hagamos sentiremos de algún modo en nuestra mente que "deberíamos" estar haciendo otra cosa”. De alguna manera u otra proyectamos culpa sobre el mundo que nos rodea “es por eso que la mayoría de las personas necesitan de un “enemigo”.

Hawkins nos recuerda que “no hay ganador en el juego de la culpabilidad”. Y nos invita a observarnos a nosotros mismos cuando nos dice “el primer paso para dejar de culpa es ver que estamos eligiendo culpar”. Solo al dejar de culpar podemos experimentar el perdón y, como consecuencia sentimos “el resurgir de la energía de la vida, el bienestar y la salud física”.

Perdonar no es reconocer una equivocación, es soltar. Es entregar nuestra percepción completamente, abandonando todo juicio y “dado que todo juicio es realmente a uno mismo, nos hemos liberado en el proceso”.

En Bioneuroemoción® sugerimos que nos relacionamos con nosotros mismos a través de los demás y que podemos convertir toda relación en una oportunidad para conocernos a nosotros mismos.

Los otros son espejos en los que tenemos la ocasión de vernos y reconocernos, en los que podemos ver nuestra alma para saber lo que tenemos que trascender, lo que tenemos que sanar.

Cuando aprendemos a observarnos liberamos al otro de llenar nuestras necesidades.

Como nos dice Enric Corbera en el prólogo de la edición en castellano de este libro: “Dejar ir enseña que hay que dejar de proyectar la culpa en los demás.

Tomamos conciencia de que todas nuestras proyecciones al final se vuelven contra nosotros y, si las liberamos, nos liberamos.

Este es el gran secreto para hallar la felicidad aquí en la Tierra”.


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