El Rostro del amor



El tercero de los siete rostros de la intención es el rostro del amor. Que hay una naturaleza inherente dadora de vida en el poder de la intención es una conclusión irrefutable. ¿Cómo podríamos llamar esa cualidad que estimula, mejora y apoya todo en la vida, si no es amor? Es la materia prima que mueve el poder del Espíritu Universal de la intención. Como lo dijo Ralph Waldo Emerson: “El amor es nuestra palabra superior y el sinónimo de Dios.” El campo energético de la intención es puro amor, dando como resultado un ambiente de cariño y total cooperación. El juicio, la ira, el odio, el miedo o el prejuicio ahí no prosperan. De manera que si fuéramos capaces de ver este campo, solo veríamos creatividad y bondad en un campo infinito de amor. Entramos en el mundo físico de las fronteras y de los comienzos a través del campo de la fuerza universal del amor puro. Este rostro de la intención, que es una expresión del amor, desea solamente que prosperemos y crezcamos, y que nos convirtamos en todo lo que somos capaces de ser. Cuando no estamos en armonía con la energía del amor, nos alejamos de la intención y debilitamos nuestra habilidad de activar la intención a través de la expresión del amor. Por ejemplo, si usted no hace lo que ama y no ama lo que hace, su poder de la intención se debilita. Usted atrae a su vida la mayoría de los disgustos que no son parte del rostro del amor. En consecuencia, más de lo que usted no ama aparecerá en su vida. Los pensamientos y las emociones son energía pura; algunos son más elevados y rápidos que otros. Cuando las energías más elevadas ocupan el mismo espacio que las energías más bajas, se convierten en energías elevadas. Un simple ejemplo de esto es el de un cuarto oscuro, el cual tiene energía más baja que un cuarto lleno de luz. Ya que la luz se mueve más rápido que la ausencia de luz, cuando una vela se lleva a una habitación oscura, la oscuridad no solo se disuelve y desaparece, sino que además parece convertirse en luz como por arte de magia. Lo mismo aplica para el amor, el cual es una energía más elevada y más rápida que la energía del odio. San Francisco, en su famosa oración, le implora a Dios: “Donde haya odio, sea yo amor.” Lo que él está buscando es el poder de disolver y llegar a convertir todo el odio en la energía del amor. El odio se convierte en amor cuando la energía del amor está en su presencia. Esto es cierto también para usted. El odio, dirigido hacia usted o hacia los demás, puede convertirse en la fuerza vital de intención, otorgadora de amor verdadero a la cual se refiere Pierre Teilhard de Chardin cuando dice: “La conclusión es siempre la misma: El amor es la energía más poderosa y aun la más desconocida del mundo.”

Extraido del Libro "El Poder de la Intencion" de Dr. Wayne Dyer

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