“Todos los niños tienen un talento; solo hay que saber abrir la puerta para que lo saquen”
César Bona,
uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, el
llamado Premio Nobel de los profesores, asegura que sus alumnos le enseñan más
a él y que todos los niños son extraordinarios si además de conocimiento se les
educa en valores como la empatía, sensibilidad y resiliencia
El profesor
César Bona. Foto: Juan Manzanara
“La educación debe estar por encima de todos los
gobiernos y de las ideologías”. Esa es una de las máximas de César Bona, uno de
los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, el llamado
Premio Nobel de los profesores. Bona cree que cada niño es un universo y que
todos son extraordinarios, con un talento especial. Tan solo es cuestión de
descubrirlo y sacarlo. Esa es la principal misión de un maestro, según Bona,
quien ha desgranado en una conferencia en Vitoria las claves de su libro La
nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy.
Para Bona, ser maestro no implica encajonar a los
alumnos dentro de un plan de estudios y obligar a seguir los contenidos que
puede establecer el currículo educativo de una manera inflexible. “Los
educadores deben adaptarse a los niños y no al revés. Hay que motivarles y
estimular su creatividad para que hagan que este mundo sea mejor. Los niños no
son solo los adultos del mañana: son habitantes del presente. Subestimamos
constantemente a los niños y su creatividad, pero todos tienen un talento; solo
hay que saber abrir la puerta para que lo saquen. Y ahí es donde intervenimos
los maestros, viendo lo que los demás son incapaces de ver”.
La característica que debe definir a un maestro
(entendido como el educador que enseña a niños desde Primaria hasta la
universidad) es, sobre todo, actitud. “El maestro tiene que ser cada día un
ejemplo para sus alumnos, debe ofrecer su mejor versión para así obtener lo
mejor de los niños. Los profesores tienen que ser los primeros en dar el máximo
y no poner como excusa de sus posibles limitaciones al sistema. Los docentes
somos los primeros en ponernos límites”.
Valentía, mente abierta, humildad, curiosidad y amar
el medio ambiente son otros de los rasgos que deben adornar a los docentes. “El
maestro es alguien que debe inspirar para la vida. Yo no hago nada extraordinario
en el aula, solo me divierto y aplico el sentido común. Debemos educar en
proyectos y experimentar, sin miedo a lo que digan los inspectores”
Para Bona, el gran reto de la educación es hacer a los
niños “mejores individual y colectivamente”, pero no más competitivos. “Cuando
llegas a un colegio conflictivo como maestro tienes dos opciones: o deprimirte
o tomar los problemas como retos. Eso es lo que me paso en mi primera
experiencia, en un colegio ubicado en un barrio conflictivo de Zaragoza. Todo
cambió cuando les propuse a los alumnos que me enseñaran lo que les gustaba lo
que sabían hacer. Se convirtieron en maestros del maestro”.
La carga de los deberes
Bona cree que si un maestro cree que algo es bueno
para sus alumnos debe hacerlo, “aunque alguien diga lo contrario. Los
obstáculos y la incomprensión que se va a encontrar para poner en marcha nuevos
proyectos pueden ser muy grandes, pero es fundamental perseverar”.
El tema de cuánto tiempo deben dedicar los niños a los
deberes es uno de los debates recurrentes en educación. “Si se carga a los
niños con deberes, ¿con qué motivación van al día siguiente a la escuela?”, se
pregunta Bona, quien subraya la idea de que “los niños no tienen opción de
dejar los estudios. Por eso tenemos que lograr que les guste ir a la escuela.
Si después de un día largo en el colegio, salen y se encuentran con más deberes
los estímulos decaen. Debe haber tiempo para todo”. Por ejemplo, para la
lectura, pero no impuesta. “La lectura es un placer, pero se ha convertido en
una obligación para los niños. Cuando a mí me obligaban a leer un libro y
después hablar de él perdía su atractivo”.
Sobre la idea de si hay que pagar a los profesores en
función del éxito o el fracaso escolar de los centros, Bona es contundente. “Yo
cobraría lo mismo porque lo importante es el factor humano por encima de los
números. Da igual la educación que recibas, las buenas notas que saques si no
sabes respetar al que tienes a tu lado”.
Sobre los castigos, también tiene claro lo que hay que
hacer. “En mis primeros años he castigado a muchos niños como maestro y no ha
funcionado; solo ha servido para proyectar mi frustración. Hay que hablar con
ellos, empatizar y convencerles de que pueden ser un ejemplo para los demás”.
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